A estas alturas, no hay discusión: el software ERP alcanzó su punto máximo de madurez. Después de casi cuatro décadas de evolución, desde sus inicios en los años 80 hasta la incorporación de movilidad, IoT y UX en la última década, hoy existe un ERP adecuado para prácticamente cualquier industria, tamaño de empresa o presupuesto.
Entonces, ¿por qué aún hay empresas que no han dado el paso?
La respuesta no está en la oferta tecnológica. Está en la prioridad que la alta dirección le asigna al tema. Cuando la conversación sobre ERP se posterga, no es por falta de opciones. Es porque no se ha comprendido a fondo su impacto estratégico. En Porter Elena lo vemos constantemente: la ausencia de un ERP refleja una decisión, explícita o implícita, de seguir operando con limitaciones autoimpuestas.
Y esas limitaciones son costosas.
Más del 50 % de los procesos clave en empresas sin ERP dependen de hojas de cálculo. No como apoyo, sino como única fuente de cálculo. Y 35 % de sus interacciones con clientes son subóptimas o deficientes. En un entorno competitivo, estas cifras no son sostenibles.
Implementar un ERP no es una tarea menor. Pero sí es una tarea posible. Es totalmente factible evaluar opciones y seleccionar la mejor en tres meses, con un balance óptimo entre funcionalidad estándar y personalización. Lo importante es reconocer que la tecnología que no se actualiza es también una decisión que se está tomando.
En Porter Elena ayudamos a nuestros clientes a pensar distinto. A salir del “algún día” y entrar en el “esto sí se puede hacer, y se puede hacer ya”. Porque sí se puede.