La era de los despliegues big bang, de ERP, en centros de datos propios está llegando a su fin. Tu ERP on-premise tiene fecha de caducidad (a menos que hablemos, quizá, de defensa, salud, gobierno y similares donde la soberanía de datos es otro tema).
El valor declarado de migrar a la nube es la evolución continua, sin interrupciones. Actualizaciones mensuales, boosts de funcionalidad regulares. Capacidades de IA preconfiguradas, liberación de nuevos APIs a granel. Escalabilidad bajo demanda, todo el tiempo.
O sea, no están tan mal, pero el éxodo al cloud de datos, procesos, flujos, integraciones y usuarios genera temores de proporciones bíblicas. ¿Estamos presenciando el ocaso del ERP on-premise aunque duela?
Por causas de latencia, control, personalización extrema, licencias perpetuas, el modelo on-premise parecía eterno. Sin discusión. Pero algunos referentes del mundo ERP han declarado fin de soporte para 2027 y, también importantísimo, las tarifas de mantenimiento se disparan.
Parece que no es pregunta, nos mudaremos todos a la nube con los beneficios del párrafo anterior. Lo que no resulta tan optimista es que una reimplementación, aunque sea a la misma plataforma, es un esfuerzo mayúsculo.
Migrar a la nube no es nadamás respaldar bases de datos, restaurar en la nube, y listo. Hay que revisar cada proceso, cada flujo, cada integración, cada usuario. Dolor.
Los líderes del mercado ya están en transición. Parece que no hay vuelta atrás. La pregunta es cuántos seguirán anclados al pasado cuando se "apague" el último servidor.
